Dame un beso... ¿en nombre de la educación?


Por DAIANA GONZÁLEZ NAVAS

Medellín, 3 de agosto de 2011

El parque estaba repleto, gritos y risas se mezclaban con la expectativa de tan  inusual evento, los enamorados cogían fuertemente la mano de su pareja como símbolo de pertenencia, los amigos que   desde hace tiempo tenían intenciones ocultas  sabían que ese era el día en  que posiblemente iba  a suceder lo que por cobardía no habrían podido llevar a cabo, todo por   una excusa: “darse un beso por la educación”, cambiando las agresiones por abrazos fraternos y  las malas palabras por un gesto de amor.  

Los solitarios que  querían aportar a la causa  levantaban carteles ( que en otro contexto jamás habrían sido capaces de levantar) diciendo “bésame” ó “ doy mi beso por la educación”. Mientras sus manos sostenían  los  letreros, sus ojos realizaban una panorámica desesperada  buscando aquel voluntario que se uniera en amor fraterno por la causa. Iniciaba la cuenta regresiva y los ánimos se agitaban. Muchos de los que  se ofrecían no obtuvieron respuesta, otros  que apenas se conocían dieron un sí con un gesto y se agarraron de las manos, esperando algo nerviosos a que empezara la Besatón.

4, 3, 2, 1… los desconocidos se miraban sonrientes,  lentamente se acercaron  y “los cíclopes se miran respirando confundidos en lo que fue un peculiar y  romántico cero”.  Besos tiernos, besos tímidos, besos de amor, besos pícaros, besos sonrientes, besos inocentes,  besos con caricias,  besos con pasión… después de pasados 10 minutos la educación de calidad era lo último que pasaba por la mente de los estudiantes, los instintos  se acentuaron y el deseo fue cada vez más intenso, más carnal, quienes estaban sentados cayeron más rápido en la tentación y se fueron acostando poco a poco para estar más cerca el uno al otro. Quienes no estaban besando, que era una gran mayoría, observaban a las parejas, deseosos de participar no perdían la esperanza de encontrar  un voluntario.

Una pareja, tal vez de novios, tal vez de  amigos, tal vez de extraños, fueron el centro de atención de unos cuantos, que  sin importar el lugar expresaban su amor fraterno más  de lo  necesario para el contexto, se paraban  y sentaban,  se abrazaban y acariciaban mientras  alrededor  de ellos estudiantes los fotografiaban y  grababan, como si fuera un espectáculo. Por un lado un cartel que decía “A tiros y a besos construiremos la universidad de y para el pueblo”. Por el otro, un coqueto estudiante levantaba su mensaje: “Me coroné tres por la educación.”   
Que si  le servirá de algo a la educación pública el besarse por 20 minutos con un extraño es aún un enigma, lo cierto es que el evento llamó la atención de los medios y fue  una alternativa ante  la petición de los estudiantes de realizar actividades diferentes y creativas. Que los nuevos métodos sean eficaces  y que consigan una construcción  y un diálogo solido entre saberes… es otro asunto.

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