Archive for 2012

             

De cómo se van amontonando los años
Guía para ser un periodista perfectamente olvidadizo

Tal vez los estudiantes de las universidades públicas del país hayan olvidado nombres como Gonzálo Bravo o Uriel Gutierrez, incluso Francisco Gaviria o José Ignacio Londoño. Claro, ninguno de estos nombres es el de un ministro o un gobernador, estos jamás nos los exigen en las clases porque: “Un periodista debe saber como se llama el ministro de agricultura”.

                                                          Muerte de Gonzalo Bravo.

Una de esas conversaciones que intentan cambiar el mundo

Un acercamiento a las economías campesinas de Girardota

Por Daiana González y Estefanía Carvajal

Bajamos por la carrera 14, La Bolívar, esa que pasa detrás de la Catedral del milagroso Señor Caído. Se siente, se escucha y se huele la congestión de los últimos minutos del día y los primeros de la noche de viernes. Volteamos por la calle séptima como si nos dirigiéramos hacia el Parque Principal, pero en la mitad de la cuadra damos un giro inesperado para subir por el callejón favorito de los abuelos del pueblo: La Calle del Rin.

¿La fiesta brava?

"Y de repente el toro miró hacia mí. Con la inocencia
de todos los animales reflejada en los ojos, pero
también con una imploración. Era la querella
contra la injusticia inexplicable, la
súplica frente a la innecesaria crueldad".
Antonio Gala 

I Jornada de Investigaciones en clave de género en la UdeA


Lugar: Bloque 19, aula 104
Inscripciones: reune.udea.edu.co
Organiza: Grupo Género, Subjetividad y Sociedad- Iner.

Y usted ¿Cuántos burros conoce?

Por Luz María Vélez


Cuando yo tenía 15 años un hombre que siempre vi tirado en una acera cerca a mi casa, pero que no conocía muy bien, me regaló una caja repleta de libros que se había encontrado reciclando. Moby Dick, Maria y El Quijote venían en la caja. Un hombre tenaz y honesto, un hombre de la calle. Este es Germán.

Usted

Por María Paula Rubiano

A veces me dan unas ganas incontrolables de preguntarle cómo se llama, qué hace, dónde vive. Después de detallar el blue jean doblado hacia arriba y la camisa demasiado usada, desteñida, me dan ganas de sentarme a su lado y preguntarle cómo está, si tiene hijos y señora, si estudian, si es albañil o carpintero o pensionado.

A veces me dan ganas de abrazarlo, no sé por qué, pero hay algo en sus ojos que me dice que usted es humilde, que usted es noble, que usted es pueblo. Algo en su bigote recien afeitado me dice que va a hacer una vuelta al seguro, donde por largas horas tendrá que hacer una fila por una miseria que no alcanza para nada. 

Algo me dice que usted fue un buen padre, dedicado, obrero, algo me dice que usted fue como mi abuelo. Quisiera saber qué dicen sus arrugas, su boca eternamente fruncida, ¿por qué será? ¿alguna tristeza pasada? ¿o solo el peso de los años? Algo en sus uñas pequeñas, en su mirada atenta y algo triste me dice que usted es bueno, que usted es pueblo.

No sé por qué, pero me dan ganas de hablarle, de que me cuente su vida y yo la mía. Tal vez sea el frío de la lluvia, mis botas mojadas o el hecho de que usted haya insistido en cederme el puesto. No lo sé. Pero algo en usted me hace querer luchar, luchar por una nueva Colombia, luchar por un mundo mejor.