Una tarde con duende

Por LUZ MARÍA VÉLEZ


Medellín, septiembre 21 de 2011

Sus manitos intentaban seguir un ritmo que tal vez no escuchó antes, pero que seguramente lleve en alguna parte de su cuerpo, en las venas tal vez. Como ella, había otros diez niños, sentados en primera fila con los ojos muy abiertos. “Mira esos tacones” le dice una de las nenas a su compañero del lado, que está bastante impresionado porque a la bailaora se le levanta la falda cuando gira. Junto a los niños hay otras 20 personas que ocupan el salón de la Biblioteca La Floresta, en un sábado cualquiera de tantos sábados que por estos días trascurren al ritmo de flamenco.

“Medellín un gran escenario” es el programa de la Alcaldía que posibilita que el flamenco llegue todos los sábados a una biblioteca distinta de la ciudad.  La corporación artística La Jarana, en cabeza de Alonso Villa, Director musical de la corporación, lleva cada semana a las bibliotecas públicas, un show de flamenco, donde más que tocar y bailar, se sensibiliza a las personas con la música. “No es que las personas vayan y vean el flamenco y se queden como ‘muy bonito, pero ¿Qué es eso?’” afirma Alonso, porque no solo se les enseña qué es el flamenco, se habla también de sus orígenes, la forma de tocar con las palmas y los atuendos y elementos que se usan para bailarlo. 


Pero, ¿por qué flamenco? Cualquiera podría pensar que sería más exitoso llevar reggeton o guascas a los barrios, pero la acogida que han tenido las Tardes de flamenco es la evidencia rotunda de que a la gente le gusta, les llega, los emociona. “Yo estoy pero encantada, bailan precioso, cantan maravilloso (…) y hasta le explican a uno qué es todo eso. Yo sí había oído flamencos pero nunca me habían ensañado todas esas cosas” dice Margarita Sánchez, una señora robusta y amable, sin quitarle la mirada a los tacones del bailaor, ahí en la Biblioteca La Floresta. Y a juzgar por las caras alegres de los presentes y el balanceo inconsciente de todos sobre sus sillas, parece innegable que la acogida del flamenco tiene que ver con nuestra historia, con esa sangre mora que tenemos dentro, con el gitano que se nos sale al oír el cajón.

Apoyar el arte y la cultura en Medellín tiene que ir más allá de pagar a medias conciertos de rock de vez en cuando; incentivar el trabajo artístico tiene que ir de la mano con el servicio social, con el hecho de llevarle a la gente eventos que les permitan crecer culturalmente, conocer, aprender, mientras se disfruta, y sin duda las Tardes de flamenco son un escenario que posibilita este aprendizaje mutuo.




La potente voz aumenta su fuerza a la par con los golpes del cajón y el taconeo sobre los tablones de madera. La guitarra acompaña el ritmo cadencioso y firme de los bailaores mientras las palmas cortan el aire. Se está haciendo música, se está haciendo flamenco. Las manitas siguen intentando seguir ese compás que parece salir bien esta vez, hay algo en el aire que las ayuda, hay algo en el salón que las guía, es una tarde especial, como dirían en flamenco, es “una tarde con duende”.

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