Usted

Por María Paula Rubiano

A veces me dan unas ganas incontrolables de preguntarle cómo se llama, qué hace, dónde vive. Después de detallar el blue jean doblado hacia arriba y la camisa demasiado usada, desteñida, me dan ganas de sentarme a su lado y preguntarle cómo está, si tiene hijos y señora, si estudian, si es albañil o carpintero o pensionado.

A veces me dan ganas de abrazarlo, no sé por qué, pero hay algo en sus ojos que me dice que usted es humilde, que usted es noble, que usted es pueblo. Algo en su bigote recien afeitado me dice que va a hacer una vuelta al seguro, donde por largas horas tendrá que hacer una fila por una miseria que no alcanza para nada. 

Algo me dice que usted fue un buen padre, dedicado, obrero, algo me dice que usted fue como mi abuelo. Quisiera saber qué dicen sus arrugas, su boca eternamente fruncida, ¿por qué será? ¿alguna tristeza pasada? ¿o solo el peso de los años? Algo en sus uñas pequeñas, en su mirada atenta y algo triste me dice que usted es bueno, que usted es pueblo.

No sé por qué, pero me dan ganas de hablarle, de que me cuente su vida y yo la mía. Tal vez sea el frío de la lluvia, mis botas mojadas o el hecho de que usted haya insistido en cederme el puesto. No lo sé. Pero algo en usted me hace querer luchar, luchar por una nueva Colombia, luchar por un mundo mejor. 

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