Después de cinco años, vuelve a llover sangre en Bogotá

Slayer - Bogotá D.C.
Por Andrés Jiménez Quintero

Bogotá, junio 20 de 2011

Tras un largo viaje de aproximadamente 13 horas, que de no ser por el invierno y el mal estado de las vías, serían ocho; pasando por cuatro departamentos (Antioquia, Caldas, Tolima y Cundinamarca) por fin llegué a la capital del país, Bogotá, para asistir al concierto de uno de los grupos más importantes e influyentes del thrash metal a nivel mundial, Slayer.


Cuando llegué al Palacio de los Deportes, escenario en el cual tocaría esta banda, me sentí un poco desconcertado, pues no encontré las largas filas que esperaba. En lugar de ello había varios grupos de gente amontonada que se asemejaban a filas pero no lo eran. Por cualquiera de ellas era posible ingresar al recinto. Así que me hice en la “fila” de la mitad, la más corta y por la cual resulté entrando mucho antes que algunas personas que habían estado allí desde más temprano. Todo esto producto del desorden de los organizadores.


La primera entrada fue habilitada a las dos de la tarde, ya sólo quedaba esperar a que abrieran el Palacio de los Deportes. Las filas crecían poco a poco, por un lado el ingreso a Raining Blood, por el otro a South of Heaven. Todo trascurría con normalidad, la espera era monótona, pero ocurrió algo que aumentó la emoción y la expectativa del público. De un momento a otro se empezó a escuchar una batería, acompañada por guitarras y una voz, sin lugar a dudas era Slayer que se encontraba haciendo la prueba de sonido. De inmediato las personas se levantaron emocionadas por lo que escuchaban y a una sola voz corearon - Slayer, Slayer, Slayer. Este era el abre bocas de lo que se aproximaba, pronto dejaron de tocar y todo regresó a la calma.

La hora de ingreso al escenario se acercaba, las personas empezaban a impacientarse, todos deseaban entrar de una vez. Por fin abrieron las puertas y fue como si hubiesen abierto una jaula que los tenía aprisionados, en ese momento una estampida se abalanzó hacia las puertas que aguardaban a esta gran banda. Nuevamente había que esperar, en dos horas tocaría la banda bogotana Hybrid Minds, quien fue escogida después de una polémica desatada por la manera en que la empresa Evenpro selecciona a las bandas teloneras y las condiciones por las que estas deben pasar en caso de ser seleccionadas. A raíz de estos casos, se creó un grupo en Facebook conformado por músicos y aficionados al metal que buscan la promoción y el respeto por las bandas de metal colombianas, el nombre del grupo es “POR LA DIGNIDAD DEL METAL EN COLOMBIA”


Por fin llegaron las ocho de la noche, el telón con el símbolo de Slayer ya estaba en lo más alto, di una última mirada al Palacio de los Deportes y el desconcierto que había sentido horas antes desaparecía por completo, el lugar estaba colmado. Las luces se apagaron, el humo comenzó a salir. Poco a poco aparecieron Tom Araya, Dave Lombardo, Kerry King y Gary Holt, este último es el guitarrista de la agrupación Exodus, quien se encuentra reemplazando a Jeff Hanneman por problemas de salud. Así fue como se dio inicio a esta gran presentación.

La gran afluencia de público y la emoción que de esta emanaba no permitía sentir el frío bogotano, por el contrario, el calor reinaba en el Palacio de los Deportes. Sin embargo no era un impedimento para que los asistentes disfrutaran del concierto.

Al sonar South of Heaven se sabía que el final del concierto se aproximaba pero al mismo tiempo era el momento del clímax. Cuando esta terminó sonaron las tres últimas canciones del concierto: Raining Blood, Black Magic y Angel of Death. Es ese el momento en el que la euforia de las personas se desbordó. Fue un final tan espectacular, que me hizo olvidar el hecho de que sin darme cuenta me habían robado el celular.

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